Aunque la mayor parte de los detergentes y jabones que se venden ya lo son (especialmente los líquidos), no está de más comprobar que los que usas en casa sean biodegradables o «libres de fosfatos». Todos los detergentes domésticos acaban como residuos en ríos y aguas subterráneas, o en el mar directamente, así que es mejor usar los que resulten más ecológicos.